3 de abril de 2011

El Ruiseñor



En Monteagudo de las Vicarias si madrugas, da gusto de oír al ruiseñor, Que canto tan maravilloso: hoy mismo lo he estado oyendo, también al anochecer.
HA finales de abril, tan sólo unos días después del primer reclamo del cuco, el ruiseñor se deja oír (al principio, sólo de noche). Su canto es, para muchos, el más espléndido de los que puede emitir un pájaro. Tiene una melodía musical, variada y potente, ascendente y descendente; se oye incluso en lo más cerrado de la noche. Más tarde, en mayo, el ruiseñor canta noche y día, con especial brío en los crepúsculos matutino y vespertino. El canto del ruiseñor es notable por su riqueza y variedad y por el extraordinario vigor en su emisión. La sucesión repetida de frases, que duran cada una de 2 a 5 segundos, le colocan a la cabeza de los cantores de la campiña. Casi todas las estrofas son repeticiones de una sola nota o combinaciones de ella, contrastando muchas veces con la introducción de otra u otras dos inesperadamente en el conjunto del canto, pero más a menudo al final de una frase. La mayoría de las notas emitidas por el ruiseñor son fuertes y claras, muy liquidas y de gran riqueza y sentido musical, guardando un verdadero ritmo y tan pronto recuerdan a un suave burbujeo, como se elevan aflautadas y se repiten hasta parecer que el pájaro casi va a perder la respiración. Las notas más sorprendentes son siempre el rápido y alto ¡¡choki-chokichoki...!! y el aflautado y altísimo ¡¡píu-píupíu...!! repetido con lentitud en un magnífico crescendo.

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