1 de julio de 2013

Bailas y fin de fiestas de Soria

El Sábado Agés, por la mañana, cada cuadrilla reparte las tajadas crudas entre sus vecinos, mientras por la tarde se subastan los despojos del toro en animada puja y revuelo de botas (de vino).
Plantados ya en Domingo de Calderas, día de gran esplendor como recuerda la letra de su canción, las doce cuadrillas procesionan hasta el parque de la Dehesa con sus engalanadas Calderas, símbolo de antiguos ritos dulcificados con el tiempo. Comitiva larga y pintoresca donde jurados, cuatros, músicos y cientos de piñorras (atavío tradicional) buscarán las sombras del parque para degustar las viandas. Éstas fueron antaño ración de caldera a la que tenían derecho los pobres.
El Lunes de Bailas guarda la sorpresa final. Último día de fiestas y primero en que se hace patente la religiosidad. Por la mañana, las doce cuadrillas, ahora con imágenes de Vírgenes y santos, procesionan hasta el parque para oir misa de campaña. De nuevo músicos y piñorras arropan la comitiva que, de vuelta a la Plaza Mayor, realizará un vistoso y emotivo homenaje a la Virgen de la Blanca, patrona de las fiestas. Las doce cuadrillas recorrerán, por última vez, las calles de su barrio con la imagen de su advocación, recibiendo muchos el honor en sus casas o negocios.
Y por la tarde, al Duero. Sus orillas acogen multitudinario baile, música, jaranda y merienda hasta la puesta de sol. Subirá entonces el pueblo de Soria, entre atronador cántico, hasta su Plaza Mayor donde, tras repaso musical de los días transcurridos, se cerrará un nuevo ciclo con el Adiós, adiós San Juan. Amanecerá despacio, en silencio; es Martes a Escuela.

LAS BAILAS

Pasodoble, 1943
Letra: Jesús Hernández / Música: Francisco García
La tarde del lunes,
lunes de San Juan,
todos los sorianos
a las “Bailas” van.

A San Polo bajan,
bajan a bailar,
sobre la pradera
de verde solar.

Y entre trago y trago,
baile sin cesar,
un descanso corto
para merendar.

Y otra vez la danza,
danza bullangera
que a la gente moza
no llega a cansar.

Y en la clara noche,
noche sanjuanera,
en desfile alegre
se oye este cantar:

Quiero escuchar de tus labios
de nuevo, cariño mío
la promesa que me has hecho
a la orillita del río.

La promesa que me has hecho,
en las “Bailas”, junto al Duero,
de quererme para siempre
lo mismo que yo te quiero

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